DIAETA

La revista científica de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas AADYND

Buenos Aires | Vol. 39 - N 177 | Publica en LILACS y SciELO

Trimestre de

ISSN 1852-7337 (en línea)

DNDA: internet/digital: 01915448

AADYND

ARTÍCULO ORIGINAL

“Si no lo hago yo, no lo hace nadie”. Elecciones alimentarias y trabajo doméstico ¿una cuestión de género?

“If I do not do it, no one does it”. Food choices and domestic work. A gender issue?

Lic. Florencia Chisaro, Lic. Lorena Paola García, Lic. María Florencia Gattás, Lic. Agustina Mandaglio, Lic. Nadia Galarza, Mgtr. Mercedes Paiva.

Escuela de Nutrición, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires.

Correspondencia: Lic. Chisari, Florencia. E-mail: florenciachisari@gmail.com



Recibido: 29/04/2019. Envío de revisiones al autor: 30/01/2020. Aceptado en su versión corregida: 25/10/20.

Declaración de conflicto de intereses: desde un primer momento existió una convicción personal relacionada a esta temática, considerando que somos mujeres y hemos sido parte del funcionamiento del sistema patriarcal en tal rol; de todas maneras, se desarrolló este trabajo de la manera más objetiva posible para poder obtener resultados más concretos.

Fuente de financiamiento: no contamos con ninguna fuente de financiamiento externa a nuestro equipo de trabajo.

Este es un artículo open access licenciado por Creative Commons Atribución/Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Licencia Pública Internacional — CC BY-NC-SA 4.0. Para conocer el alcance de esta licencia, visita https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/legalcode.es

Publica en LILACS, SciELO y EBSCO

RESUMEN

Introducción: Este estudio plantea un análisis descriptivo, analítico y transversal en una población de 93 mujeres mayores de 18 años que poseen un trabajo remunerado, viven en pareja, tienen al menos un hijo y habitan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Objetivos: Describir la distribución del tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado y cómo ésta condiciona las elecciones alimentarias del hogar.

Materiales y método: Se realizó recopilación, análisis y valoración sistemática de datos a partir de encuestas y entrevistas en profundidad. Se procedió al análisis cuantitativo mediante la prueba de independencia Chi cuadrado de Pearson, y el análisis cualitativo basado en la teoría de Glaser y Straus.

Resultados: La distribución del tiempo dedicado a tareas domésticas es mayor en las mujeres respecto de los hombres. No existe asociación entre el tiempo dedicado al trabajo remunerado con la cantidad de hijos que tienen las mujeres encuestadas, ya que sus variables son independientes entre sí. Tampoco se encontró asociación significativa entre la cantidad de horas promedio dedicado al trabajo asalariado de la mujer y elecciones alimentarias (p>0,05). Existe asociación entre el porcentaje de ingreso económico familiar representado por la mujer y la elección del jefe de hogar (p<0,05) por lo cual a medida que aumenta el ingreso económico de la mujer, ésta considera que forma parte de la jefatura del hogar.

Conclusiones: La distribución de las tareas domésticas es una cuestión de género. El rol de la mujer responde a un estereotipo que se responsabiliza de la totalidad de las mismas, incluyendo las elecciones alimentarias. La importancia del Licenciado/a en Nutrición en esta temática radica en la concepción sociocultural de la alimentación y su rol como educador/a para evitar que se repliquen estas conductas.

Palabras clave: género, patriarcado, trabajo doméstico, elecciones alimentarias.

ABSTRACT

Introduction: this study presents a descriptive, analytical and cross-sectional analysis in a population of 93 women over 18 who have a remunerated job, live with their couple, have at least one child and live in the Autonomous City of Buenos Aires.

Objective: to describe the distribution of time devoted to unpaid domestic work and how this situation conditions household food choices.

Materials and method: systematic collection, analysis and assessment of data were carried out based on surveys and thorough interviews. Quantitative analysis was done using Pearson’s Chi square independence test, as well as qualitative analysis based on the Glaser and Straus theory.

Results: the distribution of time devoted to domestic tasks is higher in women than in men. There is no association between the time dedicated to remunerated work and the number of children the women surveyed have, since their variables are independent of each other. There was also no significant association between the average number of hours dedicated to women’s remunerated work and food choices (p>0.05). There is an association between the percentage of family economic income represented by the woman and the choice of head of household (p>0.05), so that as the economic income of the woman increases, she considers that she is part of the head of household.

Conclusions: the distribution of domestic tasks is a matter of gender. The role of the woman responds to a stereotype that is responsible for all of them, including food choices. The importance of the professionals in Nutrition upon this subject lies in the sociocultural conception of nutrition and their role as educators to avoid the repetition of these behaviors.

Key words: gender, patriarchy, domestic work, food choice.

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Introducción

En esta publicación se abordará una problemática que tiene origen en los hogares, donde existen determinadas conductas en relación al trabajo doméstico naturalizadas por la sociedad, que alteran la vida diaria de un gran porcentaje de mujeres y, consecuentemente, podrían condicionar las elecciones alimentarias. Según el convenio adoptado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en junio de 2011 (1), el trabajo doméstico se define como el “trabajo realizado en o para un hogar u hogares” e incluye: limpieza del hogar, lavado y planchado, tareas de cocina, seguridad, jardinería, manejo (chofer), cuidado de niños, cuidado de ancianos, cuidado de personas enfermas o personas con discapacidad y cuidado de los animales. En la República Argentina, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) realizó la Encuesta sobre trabajo doméstico no remunerado y uso del tiempo (2013), cuyos resultados arrojaron que la tasa de participación en el trabajo doméstico es del 57,9% en hombres y del 88,9% en mujeres, mientras que las horas promedio diarias dedicadas al mismo es de 3,4 en hombres y 6,4 en mujeres (2). El trabajo doméstico no remunerado se define en este estudio como todas aquellas actividades no remuneradas realizadas para uso final propio en el hogar, e implica las acciones relacionadas con los quehaceres domésticos, el apoyo escolar y el cuidado de personas. Se observó que el tiempo dedicado al trabajo doméstico por parte de las mujeres es aproximadamente el doble -y más- que el que los hombres dedican, por lo cual es esta una problemática actual y de relevancia, siendo que la mujer hoy en día se encuentra inserta en el mercado laboral y a su vez no deja de cumplir las tareas del hogar, a pesar de que el contexto ha cambiado rotundamente. Según estadísticas laborales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires pertenecientes al 1er trimestre del 2017 (3), la tasa de empleo es de 44,9% para mujeres y 56,8% en hombres, cifras que, aunque establecen una pequeña diferencia, demuestran que gran parte de la fuerza de trabajo está representada por mujeres.

El patriarcado es un sistema que justifica la dominación sobre la base de una supuesta inferioridad biológica de la mujer. Tiene su origen histórico en la familia, cuya jefatura ejerce el padre y se proyecta a todo el orden social (4). Según la Real Academia Española el patriarcado es un sistema de dominación de los padres, señores de las casas (5). Es así que motiva este trabajo nuestro rol como Licenciadas en Nutrición y como mujeres: ¿Es una cuestión de género la distribución de las tareas dentro del hogar? Esta distribución, ¿es por elección o por obligación? ¿Puede esta situación alterar las elecciones alimentarias de los hogares? ¿Qué valor le otorga la mujer a este trabajo no remunerado?


Objetivos:

El objetivo general de este estudio fue describir la distribución del tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado y cómo ésta condiciona las elecciones alimentarias del hogar, en mujeres mayores de 18 años, con pareja e hijos, durante el periodo comprendido entre marzo y septiembre del 2017 que habiten en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y que tengan un trabajo asalariado. Entre los objetivos específicos se buscó:


  • Describir las características del grupo familiar, la distribución del trabajo doméstico entre los miembros, y el tipo de jornada laboral que lleva a cabo la mujer.

  • Describir la percepción de las mujeres sobre el trabajo doméstico que realizan ellas y el resto de la familia, y clasificarlas según estas percepciones.

  • Identificar los criterios de selección de alimentos y qué tipos de alimentos predominan en dichas elecciones.

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Materiales y método:

El presente es un estudio original que comprende un diseño descriptivo, analítico y transversal en el que se utilizó como unidad de muestreo una población conformada por 93 mujeres mayores de 18 años que poseían un trabajo remunerado, vivían en pareja, tenían al menos un hijo/a y habitaban en CABA, siendo la unidad de análisis cada mujer con relación a su contexto familiar. La selección de la misma se realizó mediante un muestreo no probabilístico intencional, accediendo a la búsqueda de mujeres mediante el método de bola de nieve basado a las características establecidas previamente. Las mujeres fueron invitadas a participar del estudio de forma voluntaria por medio de un formulario compartido en las redes sociales y/o vía e-mail. Previamente se llevó a cabo el proceso de consentimiento informado detallando a su vez las características de la población objetivo y el tipo de información en la cual se iba a indagar.

Los instrumentos que se utilizaron para la recolección de datos primarios fueron en una primera instancia un cuestionario con 14 preguntas diseñadas con opciones múltiples y la utilización de escalas de Likert para afirmaciones que indagan sobre las relaciones de género dentro del hogar. La siguiente instancia consistió en entrevistas en profundidad a 15 mujeres que realizaron el cuestionario anterior y expresaron su acuerdo en participar nuevamente. La cantidad de entrevistas fue incrementando hasta lograr la “saturación teórica” de las dimensiones cualitativas y sus variaciones en estudio.

Para el análisis de esta población, se trabajó sobre las variables que figuran a continuación, con su correspondiente definición y categorización:

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Las siguientes variables fueron medidas mediante una escala de Likert, donde las encuestadas

debían contestar según su grado de acuerdo con diferentes afirmaciones:


  • Rol de la mujer encuestada en los quehaceres del hogar: sentimiento del rol propio que ocupa la mujer del hogar en la realización de las tareas domésticas.

  • Responsabilidad de la mujer encuestada en la realización de los quehaceres: grado de responsabilidad propia que se atribuye a las tareas domésticas.

  • Tiempo libre para el ocio: tiempo que dedican las mujeres del hogar para realizar actividades de placer.

  • Sensación de cansancio por las tareas realizadas: nivel de cansancio atribuido a la realización de tareas domésticas.

  • Percepción de las tareas domésticas que realizan los demás integrantes de la familia: sentimiento de la mujer respecto al rol de la familia en la realización de las tareas domésticas.

  • Tipos de mujeres: clasificación de las mujeres en función de la percepción sobre el trabajo doméstico realizado por ellas y sus familias, elaborada a partir

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del análisis cualitativo de entrevistas en profundidad. (Mujeres “destinadas” a atender al proveedor económico; Mujeres “educadas” para realizar las tareas domésticas; Mujeres “cuestionadoras” del modelo patriarcal; Mujeres “tercerizadoras” de actividades domésticas)


Para el análisis de los datos relevados en la población se procedió al análisis cuantitativo estadístico con el paquete SPSS statistics 20 mediante la prueba de independencia Chi cuadrado de Pearson.

Además, se realizó un análisis cualitativo de las entrevistas en profundidad basado en la teoría fundamentada de Glaser y Straus y a partir de la producción de los datos se identificaron diferentes grupos de mujeres considerando la concepción y visualización de las unidades muestrales.


Resultados

La muestra está conformada por un grupo de 93 mujeres mayores de 18 años de clase socioe­conó­mica media cuyas características son detalladas en Tabla 1. La población pertenece a distintos barrios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En cuanto al reconocimiento del Jefe de Hogar, la mayoría de las mujeres refirieron compartir dicho rol con su pareja mientras una parte minoritaria afirmó que no hay jefe de hogar (Tabla 2).

La totalidad de la población posee un trabajo remunerado, siendo predominante la jornada de trabajo part time (menos de 8 horas diarias). En cuanto al ingreso económico total de las familias, la mayoría refirió un ingreso superior a U$D 600; además, el 72% de las encuestadas aportan entre un 30% y un 70% del ingreso total familiar. Se comprobó que no hay una asociación entre el tiempo dedicado al trabajo remunerado con la cantidad de hijos que tienen las mujeres encuestadas, (p>0,05) por lo que las variables son independientes entre sí. Esto demuestra que el hecho de tener más hijos no significa que la mujer cumpla menos horas de trabajo. En el caso de la variable que hace referencia a la cantidad de horas de trabajo remunerado y las elecciones alimentarias, no hay una asociación significativa (p>0,05) lo que quiere decir que la cantidad de horas que trabaje la mujer no incide en el grado de

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elaboración de los alimentos. En cambio, se puede afirmar que existe asociación entre el porcentaje de ingreso económico familiar representado por la mujer y la elección del jefe de hogar (p<0,05), lo que quiere decir que a medida que aumenta el ingreso económico de la mujer, ésta considera que forma parte de la jefatura del hogar.

Respecto del trabajo doméstico, los resultados indican que las mujeres dedican un tiempo mayor, con respecto a los hombres (Tabla 3).

Las elecciones alimentarias de estas mujeres se rigen principalmente bajo el criterio de alimentos que requieren un grado de elaboración medio-alto (70,78% de los casos). Además, en las encuestas el 68,55% de las mujeres afirmaron tomar la decisión con respecto a las preparaciones que se realizan en el hogar (Tabla 4). El 95% de las encuestadas refiere saber cocinar, sin embargo, sólo el 29% de éstas (n=26) respondió disfrutar esta tarea mientras que el 60,67% (n=89) manifestó que lo disfruta “a veces”. Así mismo, al analizar la variable “grado de elaboración de las preparaciones”, es independiente de si disfruta cocinar, (p >0,05), lo que quiere decir que las mujeres pueden llegar a realizar preparaciones más elaboradas, aunque no disfruten la tarea.

En cuanto a la percepción que estas mujeres tienen sobre el trabajo doméstico que realizan ellas y el resto de su familia, se indagó en el sentimiento de responsabilidad y peso atribuido a las mismas mediante el grado de acuerdo o desacuerdo con distintas afirmaciones que representan las relaciones de género dentro del hogar. Los datos a destacar son los siguientes:


El 51.61% de las mujeres expresa que, si ellas no están presentes en el hogar, las tareas domésticas quedan sin hacer (21,5%

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totalmente de acuerdo y 30,11% muy de acuerdo).

  • El 67,74% de las mujeres se responsabiliza de la mayor parte de las tareas del hogar (33,33% totalmente de acuerdo y 34,41% muy de acuerdo).

  • Un 60,22% afirma que la compra, selección y preparación de alimentos es su responsabilidad (30,11% totalmente de acuerdo y 30,11% muy de acuerdo).

  • La mayoría de las mujeres expresan estar satisfechas con el tiempo que dedican a su familia (66,67% entre totalmente de acuerdo y muy de acuerdo), con el tiempo que dedican a su trabajo (59,14% entre totalmente de acuerdo y muy de acuerdo) y refieren que las obligaciones del trabajo y de su familia son compatibles (56,98% entre totalmente de acuerdo y muy de acuerdo); sin embargo, un porcentaje similar admite que después del trabajo llega demasiado cansada para hacer lo que le gustaría (59,14% entre quienes están totalmente de acuerdo y muy de acuerdo).


Análisis cualitativo de entrevistas en profundidad


A partir del análisis de percepciones y significados que las mujeres entrevistadas tienen sobre la propia responsabilidad y la de los demás miembros de la familia en torno a las tareas del hogar, se clasificó la muestra en cuatro tipos de mujeres:


Mujeres “destinadas” a atender al proveedor económico


Este grupo incluye a mujeres que se encargan de servir al proveedor de sostén económico. Realizan las tareas domésticas sin cuestionarlas, creen que estas son su responsabilidad y obligación como mujeres: “yo me puse en este rol y como no me gusta pedir nada, lo hago y listo” Celeste (entrevista 10) y no las perciben como un trabajo que les pese: “lo paso por alto porque es algo de mi hogar, que me gusta verlo bien y por eso lo hago” Lorena (entrevista 3).

Estas mujeres expresan estar acostumbradas a realizar estas tareas, y agregan que ellas las hacen mejor que los demás. Los miembros de su familia tienen poca o nula responsabilidad sobre estas actividades: “(...) bueno el día que estoy muy cansada y no quiero hacer algo o le digo que lo haga o no lo hago directamente y lo hago al otro día” Celeste (entrevista 10).

Además, quieren ofrecer lo mejor a sus familias desde su percepción mental de “mujer ideal”: “también es un poco la forma de ser de cada uno, desde el principio que estoy con mi pareja siempre me gustó atenderlo (…) lo hago porque lo tengo que hacer, es mi casa” Celeste (entrevista 10). Intentan esmerarse por ser reconocidas en las tareas domésticas que realizan, sintiendo inconscientemente la presión social del entorno: “Me siento con responsabilidad de mantener la casa limpia por si vienen invitados” Marcela (entrevista 13).

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Mujeres “educadas” para realizar las tareas domésticas


Estas mujeres fueron educadas para realizar las tareas del hogar, puesto que tienen modelos de mujeres en su familia que son amas de casa. Pueden cuestionar el modelo, pero difícilmente modificar sus prácticas cotidianas: “si no lo hago yo, no lo hace nadie. Calculo que pasó a ser mi obligación porque así nos criaron ¿no?” Juana (entrevista 5); “La abuela me decía: -Las cosas siempre las hace la mujer-” Vanesa (entrevista 1). Suelen resistir al cambio: “hay roles sociales que son impuestos y no se pueden cambiar” Micaela (entrevista 14).

Se atribuyen la responsabilidad frente al trabajo doméstico solo por ser mujeres, hecho que justifican dado que son ellas quienes pasan mayor tiempo dentro del hogar: “supuestamente lo que él hace es traer la plata y yo le tengo que hacer la comida” Valentina (entrevista 12).

Se sienten en falta si no logran realizar una actividad: “a veces, por ejemplo, cuando no se limpió y hay un comentario -Che que quilombo! - lo siento como que es mi responsabilidad y no lo hice” Vanesa (entrevista 1). Sin embargo, expresan descontento respecto de su rol: “soy como una esclava que no para de hacer cosas” Valentina (entrevista 12).

A la hora de delegar tareas tienen en cuenta que otra persona las podría hacer, pero lo siguen tomando como una responsabilidad propia y no compartida, ya que piden “ayuda” a sus familiares: “Los obligo a todos a ayudarme” Juana (entrevista 5).

Por último, existe una desvalorización del trabajo doméstico en sus relatos:

- Mi marido tiene la decisión final de las cosas importantes.

¿Y a vos te parece que lo que decidís no es importante?

- Sí, pero como son cosas del día a día. Nadie se va a morir si no limpio por unos días” Juana (entrevista 5)


Mujeres “cuestionadoras” del modelo patriarcal


Este grupo de mujeres cuestiona de quién es la responsabilidad de las tareas domésticas y se diferencian de sus madres y abuelas, hecho que las pone en un lugar de conflicto: “(...) es un trabajo muy demandante y se da por hecho, a veces, que la mujer tiene que tener todo ordenado, y no se nota el tiempo que lleva” Nancy (entrevista 7). “(...) siempre fue un conflicto para mí, porque yo le decía a la psicóloga que soy la “anti-madre”, porque no soy el ejemplo que tuve de madre. (...) yo estoy un montón de tiempo fuera de casa (...) las imágenes que yo tengo son todas mujeres que cuidan a sus hijos y atienden a sus maridos” Myriam (entrevista 2).

Difieren en modos y pensamientos respecto de generaciones anteriores, incluso subestimando a quienes se dedicaron a ser amas de casa: “mi suegra me ha dicho que ella dejó de trabajar cuando tuvo a sus hijos, a lo que yo le respondí -bueno-. Que mal (ríe)” Myriam (entrevista 2); expresando disgusto respecto de este rol: “odio ser ama de casa, no nací para esto” Myriam (entrevista 2). Asumen, al igual que los grupos anteriores, que el nacer mujer las predispone a “tener que ser” una buena ama de casa. Sin embargo, éstas algo pudieron cambiar dentro del hogar: “es muy típico en mi familia todas me dicen -ay pobre Gastón, él hace todo- o muchas veces me dicen -él te re ayuda con la casa, te ayuda con el nene- y yo respondo, -¡él no me ayuda!- es algo de los dos, vivimos juntos.” Myriam (entrevista 2); “y antes no había prestado atención de que hacía todo yo, pero te das cuenta después cuando queres que hagan algo por vos y no lo hacen porque no están acostumbrados” Fátima (entrevista 15).


Mujeres “tercerizadoras” de actividades domésticas


Este grupo se caracteriza por delegar las tareas a otra mujer, que puede ser la madre, suegra,

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tía, hermana o la empleada, e incluso hasta se apoyan en la tecnología para resolver los quehaceres del hogar; difícilmente consideren la participación del hombre: “Nunca se me ocurriría tener de empleado doméstico a un hombre” Victoria (entrevista 6).

Expresan sentirse sobrepasadas de trabajo, por lo que resuelven la cuestión delegando estas tareas a otras personas: “si no podemos cocinar nosotros viene una señora cada 15 días a cocinarnos y nos deja todo en el freezer.” Vanina (entrevista 11); esto las releva de la ejecución de las tareas, pero no de las responsabilidades de la organización, control y planificación, e incluso no perciben el tiempo que emplean estando continuamente detrás de esa tarea: “¿Se siente usted responsable de las tareas domésticas que se realizan en el hogar? - María es el responsable claro (...) Yo le doy a María la lista de supermercado (...) yo la controlo a María obvio. (...) siempre elijo yo y le digo a María que lo haga” Victoria (entrevista 6).

Buscan otros medios para resolverlas, pero nunca pensarían que su pareja tiene que realizar o responsabilizarse sobre esas actividades: “las tareas de la limpieza las realiza Lourdes porque no me gusta limpiar (...) opté por relajarme un poco porque todo recae en mi” expresa Mónica (entrevista 4), suponiendo ella que limpiar es sólo responsabilidad de ella.

Respecto del uso de la tecnología, existe una ilusión de que los artefactos realizan la tarea por sí solos y no registran que hay alguien que está efectuando, pensando y dedicando tiempo a esa actividad: “yo compro mucho por internet, hago pedidos al supermercado y me lo mandan” Vanina (entrevista 11). Perciben el trabajo doméstico como una labor que les pesa: “– ¡Y claro! Si le pago a la empleada para que lo haga es un trabajo-” Victoria (entrevista 6).


Otro de los temas indagados fue la percepción de estas mujeres acerca de quién cumple el rol de jefe de hogar. Frente a este se distinguen dos grandes ideas: por un lado, quienes expresan que el jefe del hogar es quién aporta la mayor cantidad de ingresos económicos y por el otro, quienes refieren como jefe a la persona que toma las decisiones.

Las mujeres que reconocen al jefe bajo la idea del ingreso confieren de alguna manera cierto poder a esta persona, que, en la mayoría de los casos, es el marido: “Es mi marido… será porque trae el dinero… Porque es el que está más horas fuera de casa” Vanesa (entrevista 1). “Mi marido obvio, porque él es el que trae la plata a la casa, aunque yo trabajo también, él manda acá” Victoria (entrevista 6).

Una parte menor expresa que los ingresos son compartidos, hecho que es interpretado por algunas mujeres como una “jefatura compartida” mientras que otras directamente expresan que no hay jefe: “Acá no hay un jefe de hogar porque los dos tenemos ingresos” Carmen (entrevista 9). “(...) el jefe de hogar es el proveedor, el que trae la plata a la casa, pero en mi caso no hay uno marcado porque los dos trabajamos…” Vanina (entrevista 11).


En el caso de las mujeres que creen que un jefe es quien toma las decisiones del hogar, una parte expresa las decisiones son tomadas por ellas mismas, condición que le asigna este título: “Yo, porque soy la que me hago cargo de llevar adelante la casa y mis hijos” Sonia (entrevista 8). Otra parte indica que estas decisiones son compartidas, por lo tanto, la jefatura también lo es: “El jefe de hogar para mi es quien toma las decisiones en la casa (...) las decisiones son compartidas, se toman entre los dos” Nancy (entrevista 7). La regla parece indicar que, si el jefe de hogar se relaciona con el ingreso, suele ser la pareja la que cumple ese rol, pero si el jefe de hogar se relaciona con la toma de decisiones dentro de la casa, ellas se atribuyen el rol a sí mismas.


En torno a las elecciones alimentarias, la totalidad de las mujeres entrevistadas refirieron ser las encargadas de la decisión, planificación y organización de la alimentación familiar, sea esta una tarea realizada por ellas o por terceros: “(...) él compra, pero me pregunta: -¿qué comemos

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hoy?-” Myriam (entrevista 2). “(...) así que le dejo la lista de supermercado a María y ella compra” Victoria (entrevista 6).

Por lo general, los relatos expresan elegir alimentos de buena calidad, no obstante, existen ciertas características que distinguen los criterios de elección:


Elecciones sanas: esta categoría comprende aquellas mujeres que expresan elecciones flexibles dentro de lo que consideran “sano”. Eligen alimentos frescos, rara vez opciones industriales o procesadas: “Que sean frescos, de buena calidad y que sea variada la combinación de frutas, verduras y carne” Lorena (entrevista 3). “En mi caso yo cocino cosas frescas, trato de evitar las hamburguesas o las cosas freezadas” Nancy (entrevista 7).


Elecciones obsesivas: Mujeres que se rigen estrictamente bajo el concepto de lo sano, de lo que debe estar bien hecho, y a diferencia de las anteriores no manifiestan flexibilidad: “Bueno yo soy una obsesiva de la comida, no nos gusta comer porquerías, todo elaborado” Victoria (entrevista 6). “(...) siempre frescos y leo muchas etiquetas (...) prefiero ir al súper muchas veces antes de comprar envasados que anda a saber que tienen” Marcela (entrevista 13).


Elecciones prácticas: quienes resuelven opciones alimentarias según el tiempo disponible, puede tratarse tanto de alimentos frescos como industriales, así como también preparaciones conservadas en el freezer, siendo el criterio de elección minimizar los tiempos a la hora de cocinar: “Por tema de cansancio opto por cosas que se puedan hacer rápido (...) trato de hacer cosas que no sean muy elaboradas” Vanesa (entrevista 1). “Según cuánta plata tenga y cuánto tiempo, hay veces que elijo lo más rápido de hacer y chau” Juana (entrevista 5).


A la hora de cocinar, todas estas mujeres expresan saber hacerlo, sin embargo, la mayoría no disfruta realizar esta actividad. Al indagar por qué motivo la realizan afirman que sienten obligación: “No, tengo obligación sino mi hija no come” Mónica (entrevista 4). “Cocino yo, pero no es algo que me apasiona, pero bueno hay que hacerlo. Cuando nos mudamos dije: -soy la mujer tengo que cocinar-” Nancy (entrevista 7). Pareciera incluso que en aquellas mujeres que delegan o comparten tareas, la cocina no deja de ser su territorio: “Me deja la cocina sucia” Myriam (entrevista 2).


Discusión

Analizando el concepto de género: “características socialmente construidas, elementos de identidad subjetiva, construcción social, relaciones de poder sobre los recursos” (6), se establece una relación con el reconocimiento del jefe del hogar, ya que a partir de las entrevistas se observó que se le atribuye poder al hombre por ser quién provee el dinero. García B. y De Oliveira O. (7) señalan que es difícil que una mujer se considere jefa en presencia del marido. Sin embargo, el presente estudio arroja como resultado que siendo el ingreso económico un criterio de reconocimiento de un jefe de hogar, la mayoría de estas mujeres aportan entre un 30% a un 70% de los ingresos totales, variable que se asocia significativamente con la jefatura de hogar compartida, por lo que se reconocen a sí mismas como jefas, junto con su pareja. Se interpreta que dentro de este rango están las mujeres que aportan 50% de los ingresos y por este motivo responderían que el jefe del hogar son los dos. De las entrevistas se desprende que ellas eligen responsabilizarse de estas tareas, ya que su función pareciera ser irremplazable por algún otro miembro familiar. También describen tener un sentimiento de culpa si no las realizan.

En relación al sistema patriarcal (4), de las entrevistas surgió el dato de que muchas mujeres adoptan la conducta de “servir” al hombre, costumbre que adquirieron de generaciones anteriores. Los grupos “Mujeres destinadas a atender al proveedor económico” y “Mujeres educadas para

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realizar las tareas domésticas” obedecen a las reglas del patriarcado. Este rol se encuentra naturalizado por las mismas.

El rol de las mujeres en los hogares frente a las tareas de la alimentación es fundamental. Éstas refirieron, tanto en las encuestas como en las entrevistas, estar a cargo y sentirse responsables de las mismas e inclusive propietarias del espacio físico donde se realizan: la cocina. Es posible que otro miembro adulto pueda hacerse cargo de la decisión, planificación y organización de la alimentación familiar, pero en este estudio las mujeres se muestran reacias a dejar de realizarlas e inclusive a confiar en que otro las pueda efectuar correctamente, dirigiendo las tareas cuando las realiza un tercero.

De las entrevistas en profundidad se desprende que la totalidad de las mujeres eligen alimentos bajo el criterio de lo “sano”, aspecto que, si bien se condice con las encuestas, una gran parte de ellas selecciona opciones que demanden el menor tiempo posible de preparación. Existe entonces un sesgo al suponer que los alimentos frescos o “sanos” requieren obligadamente de un alto grado de elaboración puesto que estas mujeres demostraron que emplean alternativas que complementan lo sano con lo rápido.


Conclusiones

La distribución de las tareas dentro de los hogares es una cuestión de género. Las mujeres son quienes dedican mayor parte del tiempo al trabajo doméstico, lo que responde a una conducta que se repite de generación en generación. Dentro de las tareas que realizan, se encuentran las relacionadas con la alimentación familiar, por lo que su rol es fundamental en lo que respecta a las elecciones alimentarias.

El papel que se atribuyen las mujeres es hacer la totalidad de las tareas. En la mayoría de los casos por obligación, mientras que a una parte menor les satisface realizarlas sin cuestionarse si es su responsabilidad, siendo esta una elección. Esta cuestión denota importancia social debido a que es un trabajo desvalorizado e invisibilizado tanto por la población como por la mujer en sí misma.

Entendemos que la complejidad del hecho alimentario abarca tanto factores nutricionales como socioculturales. Sería interesante indagar qué actitudes toman los profesionales de la alimentación, quienes deberían tomar conciencia de esta problemática y evitar replicar estas conductas; por ejemplo, en consultas donde un paciente hombre concurre con su pareja mujer, se suele enfocar la mirada y dialogar solo con ella cuando se educa respecto del tratamiento nutricional, como si la mujer fuera la única responsable de las tareas de la alimentación, que “sirve” al marido.

Como aspecto novedoso, se destaca la clasificación de mujeres elaborada a partir de entrevistas en profundidad. La característica que tienen todos estos grupos en común es que la totalidad obedece a las reglas del patriarcado, solo que algunas lo cuestionan e intentan cambiar esta realidad, compartiendo las tareas (sin dejar de dirigirlas) o acudiendo a la tecnología o servicios de un tercero: otra mujer. Quedará pendiente en futuras investigaciones trabajar acerca de las posibles dificultades en el desarrollo profesional con las que se encuentran las mujeres al dedicar más tiempo al trabajo doméstico respecto de los hombres.


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Referencias Bibliográficas:

  1. Convenio sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos (C189). p. 2 En: Conferencia Internacional del Trabajo. Ginebra: OIT; 2011.

  2. Encuesta sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo: Resultados por jurisdicción. Buenos Aires: INDEC; Julio 2014. (consultado 10 de julio 2017). Disponible en: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/tnr_07_14.pdf

  3. Dirección general de estadísticas y censos, Ministerio de Hacienda: “Indicadores laborales de la Ciudad de Buenos Aires - ETOI. 1er. trimestre de 2017”. Ciudad Autónoma de Buenos Aires; 2017. (consultado 12 de Julio de 2017) Disponible en: https://www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/wp-content/uploads/2017/06/ir_2017_1148.pdf

  4. Facio A, Fries L. Feminismo, género y patriarcado. Revista sobre enseñanza del derecho de Buenos Aires. 2005; 3(6): 259-294. (consultado 12 de julio 2017) Disponible en: http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/rev_academia/revistas/06/feminismo-genero-y-patriarcado.pdf

  5. Diccionario de la Real Academia Española. 23a ed. Madrid: Pleno de los académicos. Real Academia Española; 2014. Disponible en: http://dle.rae.es/?w=diccionario.

  6. Arnaiz Gracia M. ¿Qué hay hoy para comer?: alimentación cotidiana, trabajo doméstico y relaciones de género. Espacio Femenino. 2009; 21 (1): 210-234.

  7. García B, De Oliveira O. Mujeres jefas de hogar y su dinámica familiar. Pap. poblac, 2005; 11(43). (consultado 28 de Julio de 2017); Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-74252005000100002

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Diaeta (B.Aires) 2020;38 (172):20-31. ISSN 0328-1310