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hombres y mujeres, según la edad y de acuerdo a la estación del año. La carne vacuna, las vísceras y embutidos, y las hortalizas feculentas fueron más consumidas por los hombres, mientras los postres presentaron mayor consumo entre las mujeres.
El consumo de pastas rellenas, hortalizas feculentas y sándwiches disminuye a medida que aumenta la edad, mientras que el de ensaladas y frutas se comporta de forma inversa.
En otoño-invierno el consumo de cereales (arroz, fideos y pastas) fue mayor (p=0,027), al igual que el consumo de polenta que aumentó significativamente con el clima frío; y durante las estaciones cálidas, el consumo de sándwiches y ensaladas con un mayor agregado de legumbres, arroz o fideos. El 62,2% consumió preparaciones a base de cereales, legumbres o derivados (arroz, fideos, pastas frescas, pastas rellenas, legumbres), mientras que se si agregan las tartas, empanadas, pizza y sándwiches el valor asciende al 80,6%, con un mayor consumo en los adultos jóvenes (p<0,01).
Si se considera a las legumbres en preparaciones y en ensaladas, su consumo fue mayor en primavera-verano (p=0,021) y decreció a medida que aumenta la edad (p=0,027).
El 55,6% de los adultos consumieron algún tipo de carne, mientras que el 9,5% dos tipos diferentes en el día. La incorporación de carnes en la dieta fue mayor en hombres (70,5% vs 62,8%, p=0,008), y no hubo diferencias por grupo etario ni por estación.
El 70,2% de los adultos de Rosario consumió hortalizas no feculentas en ensaladas, salsas, pastas rellenas, guisos, revueltos, wok, tartas, empanadas o preparaciones que las incluyeran, sin diferencias entre hombres y mujeres, grupo de edad o estación del año.
Discusión
El análisis de la alimentación desde la perspectiva de las preparaciones consumidas contribuye a comprender mejor los aspectos que subyacen a la misma, entre otros, hábitos de consumo, gustos y preferencias individuales, y permitiría estimar, indirectamente, el tiempo dedicado a la elaboración de alimentos. Todos aspectos de suma importancia y que muchas veces quedan relegados o son minimizados cuando se intenta explicar la alimentación sólo desde el contenido de nutrientes o “de alimentos aislados”. El objetivo de este trabajo fue describir las preparaciones consumidas por los adultos de la ciudad de Rosario y evaluar las diferencias según sexo, grupo etario y estación del año.
Los resultados demuestran que la elección de preparaciones presenta algunas diferencias entre hombres y mujeres. Mientras que los hombres consumen más preparaciones a base de carne vacuna, vísceras y hortalizas feculentas, las mujeres consumen más postres, lo que tal vez demuestre gustos diferentes, o diferencias en el carácter simbólico de la alimentación otorgado a las formas de preparación elegidas (3, 16). Varios estudios han descrito notables diferencias en la elección de alimentos entre ambos sexos, se ha observado que las mujeres tienen un mayor consumo de frutas y verduras, de fibra dietética y una menor ingesta de grasas. De acuerdo con una elección de alimentos más saludable, las mujeres suelen otorgar mayor importancia a la alimentación saludable y suelen tener más motivación hacia el control de peso, ser más propensas a realizar dieta o a restringir su comportamiento alimentario (17, 18).
También las elecciones cambian con el transcurso de la edad, a medida que ésta aumenta la presencia de cereales, legumbres y hortalizas feculentas disminuye y se incrementa la de ensaladas, posiblemente como consecuencia del aumento de la prevalencia de exceso de peso relacionado con la edad (19), reflejando a su vez las creencias que relacionan el exceso de peso con el consumo de alimentos con alto contenido de hidratos de carbono complejos (20-22). Además los más jóvenes consumen mayor proporción de preparaciones que requieren menos tiempo de elaboración, por lo general, con mayor contenido de energía, grasas saturadas y sodio (2, 23, 24). Una reciente revisión sistemática demostró que entre las principales barreras para una dieta saludable en jóvenes están la falta de tiempo y de conocimiento para planificar, comprar, preparar y cocinar alimentos saludables; el consumo esperado de alimentos no saludables en ciertas situaciones; el bajo costo relativo de los alimentos no saludables; la presencia generalizada de alimentos no saludables; la falta de motivación para comer saludablemente (25). Las diferencias en las elecciones alimentarias
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