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espinaca, otras verduras de hoja verde, zapallo o calabaza, tomate, zanahoria, verduras coles, papa, batata; frutas cítricas, kiwi, manzana, banana, durazno, pera, frutas secas y otras frutas; pan -blanco e integral-, galletitas tipo crackers o bizcochos salados, cereales integrales tipo arroz integral, yamaní, avena, trigo, quinoa, otros, fideos de paquete y cereales en caja (tipo desayuno); carne vacuna, cerdo, pollo, pescados frescos, pescados enlatados e hígado y sustitutos de carne como milanesas de soja; huevos, legumbres y semillas.
La encuesta contempló tres pasos: en primer lugar, la cantidad de veces que cada alimento fue consumido en la última semana (para 27 de los 34 productos); en los restantes 7 productos la referencia, fueron los últimos quince días ya que su frecuencia se consideró más ocasional (legumbres, semillas y granos, frutas secas, coles, pescados e hígado). En segundo lugar, para los alimentos que fueron referidos como consumidos, se indagó la cantidad de ocasiones de consumo por cada vez reportada (cuántas veces en el día lo consumió). Finalmente, se registró la estimación de cantidad consumida en base a la identificación de la unidad de medida representativa del consumo. Para esto último se digitalizaron imágenes de estímulos visuales de cada producto (dos o tres correspondientes a tamaños o porciones chicas, medianas o grandes).
Se utilizó como referencia la Guía de modelos visuales de alimentos de Vázquez M. y Witriw A. (10) y para los alimentos en los que no se disponía referencia visual se procedió a pesar o medir y estandarizar tres muestras de tamaños diferentes de cada producto y obtener su imagen digital (fotografía) de manera uniforme y estandarizada.
En el caso de las leches y yogures se indagaron marcas de los productos con la finalidad de registrar el consumo de productos fortificados.
Una vez terminada la etapa de relevamiento, los datos reportados fueron consistidos, consolidados y exportados a una planilla electrónica (Excel), para su procesamiento y análisis. Las estimaciones de consumo fueron expresadas como ocasiones (frecuencia semanal o quincenal y ocasiones de consumo por vez) o como cantidades (según el modelo visual elegido). Para el análisis, los modelos visuales fueron expresados en su equivalente en peso o volumen (peso neto listo para consumir). Para la conversión de las cantidades a su equivalente en nutrientes se utilizó la tabla de composición de alimentos del Sistema de Análisis y Registro de Alimentos (SARA) (11). Antes del análisis, los datos en peso neto se convirtieron en peso neto crudo (12).
Para los análisis de adecuación de los consumos de alimentos se utilizaron las recomendaciones de las GAPA y en base a los consumos reportados y su traducción a nutrientes, se elaboró un escenario de adecuación de sus ingestas partiendo de los alimentos fuente que fueron registrados; los resultados de ese escenario fueron comparados con las ingestas de nutrientes recomendadas (RDA o AI) por el Instituto de Medicina de Estados Unidos pero no se interpretan como inadecuación de ingesta sino como riesgo de inadecuación considerando el escenario hipotético. Teniendo en cuenta el método encuestal implementado y la recolección de datos de la mayoría de productos que conforman la dieta habitual, consumos inferiores a los recomendados por las guías alimentarias pueden traducirse en ingestas inferiores a la recomendación, utilizando así el concepto de “riesgo de inadecuación de nutrientes”. Como excepción, se reemplazó la recomendación del grupo de “feculentos cocidos” por otra que solo refiere a los cereales integrales y productos derivados y legumbres; estos alimentos se caracterizan por su aporte de fibra e hidratos de carbono complejos. Se consideró apropiado analizar el consumo de estos alimentos, separándolos de otras formas de aporte de hidratos de carbono (pastas de harina de trigo, arroz común, pan blanco, galletitas, hortalizas feculentas). Como las guías alimentarias no desagregan el consumo de cereales y legumbres se utilizó la recomendación propuesta en las Guías Dietéticas americanas 2015 (8), según la cual la mitad del consumo recomendado de cereales deben ser enteros. La recomendación es de tres porciones diarias, un total de 90 g.
Los 34 alimentos considerados representan el 100% de los que integran las GAPA, los grupos de leche, yogur y quesos y de cereales integrales granos y legumbres, el 90% de frutas y carnes y 70% de hortalizas. Las recomendaciones de ocasiones de consumo se basaron en las GAPA (excepto lo comentado para el grupo de cereales integrales, granos y legumbres).
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