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inferior del 50% de hogares con inseguridad alimentaria (6). Por otra parte, la aplicación de ELCSA en Ecuador en 2010, arrojó un total de 66,9% de los hogares con inseguridad alimentaria (leve 34.3%, moderada 15,6% y severa el 17%); en Paraguay un 86,6% y en Colombia un 58,7% de los hogares también presentaban algún nivel de inseguridad alimentaria (7). Otro estudio muestra que en Guatemala, en 2011, la inseguridad alimentaria medida con ELCSA alcanza al 80,8% de los hogares (8).
El estado del conocimiento sobre la problemática de la inseguridad alimentaria en la Argentina se encuentra en estado incipiente y en una etapa expansiva, a pesar de la existencia de metodologías validadas para su medición (9). Existen experiencias aisladas sobre el uso de la ELCSA en el país, por ejemplo, un estudio realizado en 2011, en la provincia de Santa Fe, halló que el 31,5% de los hogares santafesinos presentaba inseguridad alimentaria, de los cuales el 21,7% era leve, el 7,4% moderada y el 2,4% severa. La inseguridad alimentaria se vio incrementada cuando conviven menores y se asoció positivamente con no poseer cobertura de salud, actividad económica, capacidad de ahorro, secundario completo y con la existencia de cuatro o más integrantes en el hogar (10). A su vez, en el mismo año, la Universidad Católica Argentina (UCA) llevó a cabo otro estudio, utilizando una adaptación de la ELCSA en 17 aglomerados urbanos de más de 50.000 habitantes, encontrando un 11,2% de hogares con inseguridad alimentaria (11).
Por otra parte, las dos ediciones de la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS 1
y ENNyS 2), realizadas en Argentina en 2005 y 2018 respectivamente, incluyen variables que directa e indirectamente aportan para el análisis de la inseguridad alimentaria en el país, aunque no se ha realizado una medición concreta con un instrumento validado como ELCSA (12-13).
La seguridad alimentaria es una problemática que evidencia la necesidad de ser estudiada porque permite conocer los siguientes indicadores: disponibilidad nacional de alimentos para consumo humano, producción interna, comercialización interna y externa de alimentos, asistencia alimentaria externa, reservas de granos básicos, capacidad adquisitiva de la población, ingreso y precios, comportamiento alimentario del consumidor, nivel educativo, morbilidad relacionada con nutrición, cobertura de los servicios de salud y saneamiento (14).
La categorización de la seguridad alimentaria en leve, moderada y grave permite priorizar acciones, programas o políticas públicas tendientes a mejorarla. Actualmente, todas las dimensiones que considera la seguridad alimentaria se tienen en cuenta por igual porque se reconoce la complejidad de cada dimensión y la relación entre las mismas generando un entramado que lleva a reflexionar de manera integral en el sistema alimentario, en la cadena alimentaria y en la repercusión e impacto sobre los eventos de salud y enfermedad vinculados a la alimentación y nutrición. La seguridad alimentaria no sólo se relaciona con aquellas poblaciones vulnerables con subalimentación o carencia de nutrientes sino también con los eventos por malnutrición por exceso. En muchos países de Latinoamérica se manifiestan de manera simultáneamente tanto malnutrición por exceso como por déficit, dando cuenta de una inseguridad alimentaria invisibilizada (15-16).
El suministro o disponibilidad de alimentos es un requisito esencial para la seguridad alimentaria y el bienestar nutricional de la población. En este sentido, la desigualdad o inequidad económica son factores que comprometen la seguridad alimentaria (17). Es por esto, que otro indicador que resulta de utilidad para la presente investigación, es la medición de la capacidad económica de los hogares (CAPECO) desarrollada por la Confederación Económica para América Latina y el Caribe y utilizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) de Argentina. Este indicador permite definir niveles crecientes de recursos destinados
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