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Mujeres “educadas” para realizar las tareas domésticas
Estas mujeres fueron educadas para realizar las tareas del hogar, puesto que tienen modelos de mujeres en su familia que son amas de casa. Pueden cuestionar el modelo, pero difícilmente modificar sus prácticas cotidianas: “si no lo hago yo, no lo hace nadie. Calculo que pasó a ser mi obligación porque así nos criaron ¿no?” Juana (entrevista 5); “La abuela me decía: -Las cosas siempre las hace la mujer-” Vanesa (entrevista 1). Suelen resistir al cambio: “hay roles sociales que son impuestos y no se pueden cambiar” Micaela (entrevista 14).
Se atribuyen la responsabilidad frente al trabajo doméstico solo por ser mujeres, hecho que justifican dado que son ellas quienes pasan mayor tiempo dentro del hogar: “supuestamente lo que él hace es traer la plata y yo le tengo que hacer la comida” Valentina (entrevista 12).
Se sienten en falta si no logran realizar una actividad: “a veces, por ejemplo, cuando no se limpió y hay un comentario -Che que quilombo! - lo siento como que es mi responsabilidad y no lo hice” Vanesa (entrevista 1). Sin embargo, expresan descontento respecto de su rol: “soy como una esclava que no para de hacer cosas” Valentina (entrevista 12).
A la hora de delegar tareas tienen en cuenta que otra persona las podría hacer, pero lo siguen tomando como una responsabilidad propia y no compartida, ya que piden “ayuda” a sus familiares: “Los obligo a todos a ayudarme” Juana (entrevista 5).
Por último, existe una desvalorización del trabajo doméstico en sus relatos:
“- Mi marido tiene la decisión final de las cosas importantes.
¿Y a vos te parece que lo que decidís no es importante?
- Sí, pero como son cosas del día a día. Nadie se va a morir si no limpio por unos días” Juana (entrevista 5)
Mujeres “cuestionadoras” del modelo patriarcal
Este grupo de mujeres cuestiona de quién es la responsabilidad de las tareas domésticas y se diferencian de sus madres y abuelas, hecho que las pone en un lugar de conflicto: “(...) es un trabajo muy demandante y se da por hecho, a veces, que la mujer tiene que tener todo ordenado, y no se nota el tiempo que lleva” Nancy (entrevista 7). “(...) siempre fue un conflicto para mí, porque yo le decía a la psicóloga que soy la “anti-madre”, porque no soy el ejemplo que tuve de madre. (...) yo estoy un montón de tiempo fuera de casa (...) las imágenes que yo tengo son todas mujeres que cuidan a sus hijos y atienden a sus maridos” Myriam (entrevista 2).
Difieren en modos y pensamientos respecto de generaciones anteriores, incluso subestimando a quienes se dedicaron a ser amas de casa: “mi suegra me ha dicho que ella dejó de trabajar cuando tuvo a sus hijos, a lo que yo le respondí -bueno-. Que mal (ríe)” Myriam (entrevista 2); expresando disgusto respecto de este rol: “odio ser ama de casa, no nací para esto” Myriam (entrevista 2). Asumen, al igual que los grupos anteriores, que el nacer mujer las predispone a “tener que ser” una buena ama de casa. Sin embargo, éstas algo pudieron cambiar dentro del hogar: “es muy típico en mi familia todas me dicen -ay pobre Gastón, él hace todo- o muchas veces me dicen -él te re ayuda con la casa, te ayuda con el nene- y yo respondo, -¡él no me ayuda!- es algo de los dos, vivimos juntos.” Myriam (entrevista 2); “y antes no había prestado atención de que hacía todo yo, pero te das cuenta después cuando queres que hagan algo por vos y no lo hacen porque no están acostumbrados” Fátima (entrevista 15).
Mujeres “tercerizadoras” de actividades domésticas
Este grupo se caracteriza por delegar las tareas a otra mujer, que puede ser la madre, suegra,
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