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Introducción
La sostenida necesidad de obtener nuevos alimentos que sean fuente abastecedora de proteínas, tanto en el ámbito internacional como nacional, se enfrenta actualmente a un serio problema de sustentabilidad, sumado a la creciente demanda de alimentos orgánicos producto de una nueva cultura medioambiental (1).
La pasta seca es un alimento habitual en muchos países debido a su gran aceptabilidad por los consumidores, fundamentada en su bajo costo, facilidad de preparación, atributos sensoriales y prolongada vida útil (2). Sin embargo, la pasta de trigo es un alimento no balanceado debido a su escaso contenido de grasa y fibra dietaria y al bajo valor biológico de su proteína, dado por la deficiencia de lisina (3). En respuesta a esto, la industria alimentaria ha optado por la inclusión de otros ingredientes, entre ellos espinaca, tomate y hierbas (4). Además, para mejorar las propiedades nutricionales de la pasta, en varios estudios publicados se ha documentado la utilización de alimentos de distintas fuentes con alto contenido de proteínas. Productos de pasta han sido complementados con materias primas de alto valor proteico, tales como las harinas de soja, aislados de soja, leche y productos lácteos, proteínas de suero, concentrados de proteína de la levadura, guandú germinado y harina de lupino (5 - 7).
Las algas son un recurso abundante, económico y atractivo para utilizar como ingrediente en alimentos. Su composición depende no sólo del género y la especie, sino también de la porción de la planta, el estado de crecimiento y de factores geográficos, estacionales y climáticos (1). Son organismos que viven en un hábitat complejo y que se encuentran en condiciones extremas (cambios de salinidad, temperatura, variación en la irradiación, periodos de emersión por efecto de las mareas, oleajes y predadores), por lo que deben adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones ambientales para sobrevivir, produciendo para ello una gran variedad de metabolitos secundarios biológicamente activos, con biomoléculas únicas no encontradas en otros organismos (8).
La utilización de macroalgas como alimento humano es una de las aplicaciones más antiguas y se remonta al año 2.700 a.C. Son parte de la dieta básica en Oriente desde tiempos inmemoriales por su valor nutritivo (9). Se han encontrado restos de alimentos que contienen residuos de algas pardas pertenecientes al género Sargassum en sitios arqueológicos prehistóricos japoneses (10).
En todo el mundo se utilizan al menos 221 especies de algas marinas, de las cuales 145 especies (66%) se utilizan para la alimentación: 79 rojas, 28 verdes y 38 pardas (11). En Europa, desde hace unos años, se han convertido en una auténtica revolución en materia alimentaria debido a su contenido en nutrientes. Constituyen una excelente fuente de vitaminas, fibra, minerales y proteínas. La preparación de las algas marinas utilizadas como alimentos varía de forma importante de un país a otro en base a las materias primas disponibles y a la idiosincrasia del país (12). Sin embargo, las algas marinas no son un alimento buscado en las culturas occidentales por lo que su consumo no es habitual. Se las considera un alimento no tradicional, componente de dietas exóticas o complemento mineral en zonas alejadas del mar (13). En las últimas décadas se ha incrementado su empleo directo como alimento y como ingrediente debido a sus beneficios nutricionales y terapéuticos (12, 14). En Argentina las algas son consideras alimento según el artículo 878 del Código Alimentario Argentino, y las define como tejidos celulares frescos o secos de plantas marinas, constituidos por células redondeadas o cilíndricas semejantes entre sí, que se reúnen para formar tejidos como los parenquimatosos. Además, establece que las algas comestibles son únicamente las macroscópicas y en particular las variedades de Porphyra, Rodophytas, Laminaria, Fucus, Macrocystis, Chondrus, Gracilaria y Clopterix.
Entre las algas rojas comestibles, Porphyra columbina es una de las más importantes de la Patagonia Argentina. Estudios actuales sobre el reconocimiento de las macroalgas marinas patagónicas mencionan el cambio de nombre de Porphyra columbina a Pyropia columbina (15). Es de sabor agradable, arrepollada en su estadio juvenil, semejando más tarde a pañuelos de color pardo, violeta o dorado (13). En estudios previos de composición centesimal del alga seca correspondiente a su estadio de mayor concentración de nutrientes (fin del invierno, principio de la primavera) durante tres años consecutivos, se indicó 31,0 g% de proteína, 0,3 g% de grasa, 8,6 g% de cenizas,
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40,1 g% de fibra dietaria y 20,0 g% de hidratos de carbono. Además, considerando la variación estacional, se propuso que la ingesta de 30 g de P. columbina seca comestible, aportaría (según la época de recolección) 85 - 124 mg de ácido ascórbico (129% - 202% de la IDR para una mujer adulta), 6,2 - 9,0 g de proteína y 11,6 - 16,3 g de fibra dietaria (13).
Estos estudios fueron complementados con los realizados por Cian R.E. et al (16), en el que se establecieron que P. columbina tiene mejor puntaje químico que los cereales y una digestibilidad proteica similar a la de los alimentos de origen vegetal. Posee alto contenido de minerales con un valor medio de la accesibilidad potencial mineral a excepción del hierro (P, Ca, Zn y Fe: 18,7 ± 0,01; 17,6 ± 0,16; 16,7 ± 0,44 y 2,63 ± 0,02 respectivamente, expresada como % de dializabilidad), bajo contenido de ácido fítico (0,39 ± 0,04 g/100 g) y una buena relación Na/K (0,29). P. columbina también aporta compuestos bioactivos que podrían actuar como antioxidantes.
En las Tablas I y II se puede observar el contenido proteico y el perfil de aminoácidos de las principales algas utilizadas como alimentos (10, 17). Todas ellas, especialmente los productos Hiziki, tienen un elevado contenido de valina e isoleucina, mientras que leucina es más abundante en Wakame y Nori. El contenido de fenilalanina y treonina fue alto en Hiziki y Wakame como se observa en la Tabla II. Al comparar el patrón de aminoácidos esenciales descripto por FAO/OMS (18) para alimentación humana con el perfil de aminoácidos de las algas, puede observarse que los aminoácidos limitantes en las algas fueron cisteína, histidina, lisina, metionina y triptofano, además de treonina en el caso de Kombu. Respecto al contenido en aminoácidos no esenciales, Kombu e Hiziki presentaron alto contenido de glutámico, mientras que Nori presentó el mayor aporte de arginina.
Una de las razones para el desarrollo de algas como alimento en países orientales parece estar relacionado con el sabor y textura (19). Los factores ambientales durante su cultivo, además de determinar la composición, definen en gran medida el sabor de los alimentos. Los aminoácidos libres
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